lunes, 24 de marzo de 2014
martes, 11 de marzo de 2014
Un regalo de cumpleaños
Qué es esto, tras el velo, es feo, es hermoso?
Es reluciente, tiene
pechos, tiene bordes?
Estoy segura de que es
único, estoy segura de que es lo que quiero.
Mientras cocino en
silencio, lo siento mirando, lo siento pensando.
“¿Es esta para la que
debo aparecer,
Es esta la elegida, la de
cuencas negras y una cicatriz?”
Midiendo la harina,
cortando los sobrantes,
Adherida a las reglas, las
reglas, las reglas.
Es esta la elegida para
la anunciación?
Dios mío, qué risa!
Pero reluce, no se
detiene, y pienso que me desea.
No me importaría si fuesen
huesos, o un botón de perla.
No quiero un gran regalo,
de todas formas, este año.
Después de todo estoy
viva por accidente.
Me hubiese suicidado esa
vez con gusto, de cualquier forma posible.
Ahora están esos velos,
reluciendo cual cortinas,
El diáfano satén de una
ventana de Enero
Blanco como sábanas de
bebés y brillando de aliento muerto. Oh, marfil!
Debe haber un colmillo
ahí, una columna fantasma.
No ves que no me importa
lo que es?
Puedes no dármelo?
No te avergüences – no me
molesta si es pequeño.
No seas malvado, estoy
lista para la enormidad.
Sentémonos, uno a cada
lado, admirando el resplandor,
El glaseado, su
espejeante variedad.
Comamos nuestra última
cena en él, como un plato de hospital.
Yo sé por qué no me lo
darás,
Estás aterrado
El mundo se convertirá en
un chillido, y con él tu cabeza,
Claveteada, bronce, un escudo
antiguo,
Un prodigio para tus
tataranietos.
No tengas miedo, no es
tan así.
Sólo lo tomaré y me haré
a un lado tranquilamente.
Ni me oirás abrirlo, sin
crujido del papel,
Sin cintas que caen, sin alarido
al final.
No le das crédito a mi discreción.
Si supieras cómo los
velos estaban matando mis días.
Para ti son sólo
transparencias, aire limpio.
Pero dios mío, las nubes
son como algodón.
Tropas de ellas. Son
monóxido de carbono.
Dulcemente, dulcemente
aspiro,
Llenando mis venas de
invisibles, con el millón
De motas probables que sustraen
años de mi vida.
Tu traje es plateado para
la ocasión. Oh máquina de añadir – –
Es imposible para ti
dejar ir algo, dejarlo ir entero?
Debes estampar cada pieza
de morado?
Debes matar lo que
puedas?
Hay una sola cosa que
quiero hoy, y sólo tú puedes dármela.
Está de pie en mi
ventana, grande como el cielo.
Respira desde mis
sábanas, el centro frío y muerto.
Donde vidas fraccionadas se
congelan y endurecen en la historia.
No dejes que venga por
correo, dedo a dedo.
No dejes que venga de palabra
en boca, tendría sesenta años
Para cuando termine de
llegar, y muy entumecida para usarlo.
Sólo deja caer el velo,
el velo, el velo.
Si estuviese muerto
Admiraría su profunda
gravedad, sus ojos sin tiempo.
Sabría que ibas en serio.
Habría una nobleza
entonces, habría un cumpleaños.
Y el cuchillo no
tallaría, sino entraría
Puro y limpio como el
llanto de un bebé,
Y el universo resbalaría
de mi lado.
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