lunes, 5 de diciembre de 2011

Lo. Lee. Ta. - Fragmento de la novela de Nabokov



Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.

She was Lo, plain Lo, in the morning, standing four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita.

Did she have a precursor? She did, indeed she did. In point of fact, there might have been no Lolita at all had I not loved, one summer, a certain initial girl-child. In a princedom by the sea. Oh when? About as many years before Lolita was born as my age was that summer. You can always count on a murderer for a fancy prose style.

Ladies and gentlemen of the jury, exhibit number one is what the seraphs, the misinformed, simple, noble-winged seraphs, envied. Look at this tangle of thorns.







.-.-.-.

Caminos del espejo Alejandra Pizarnik

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.

Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Leon Gieco / Los salieris de Charly (Video Oficial)

Paloma ausente.- Violeta Parra

Cinco noches que lloro por los caminos,

cinco cartas escritas se llevó el viento,

cinco pañuelos negros son los testigos,

de los cinco dolores que llevo adentro.

Paloma ausente, blanca paloma,

rosa naciente.


Paso lunas enteras mirando el cielo,

con un solo deseo en el pensamiento,

que no descienda herida mi palomita,

la que viene fundida los elementos.

Paloma ausente, blanca paloma,

rosa naciente.


Dicen un papel escrito con tinta verde,

que teniendo paciencia todo se alcanza,

una que bien la tuvo salió bailando,

de su jardín, al Arco de las Alianzas.

Paloma ausente, blanca paloma,

rosa naciente.


Una jaula del aire viene bajando,

con todos sus barrotes de calaminas,

todos los pajarillos vienen trinando,

sin enbargo, distingo a mi golondrina.

Paloma ausente, blanca paloma,

rosa naciente.



Voy a ponerme un traje de mariposa,

mañana cuando llegue mi palomita,

en los dedos banderas de tres colores,

y en las pestañas miles de candelillas

Paloma ausente, blanca paloma,

rosa naciente.



viernes, 28 de octubre de 2011

martes, 30 de agosto de 2011

Creer es crear, de Santiago Pando

Una película sobre el cambio de conciencia que estamos atravesando y que predijeron los mayas. 



Este es el primero de ocho videos. La película completa, salvo algunas cositas con las que no estoy de acuerdo -por ejemplo que "el falo es dios", jaja-, es excelente. Abrir los ojos a la realidad, ese es el mensaje.

lunes, 22 de agosto de 2011

Lhasa de Sela - Abro la ventana



Esta canción es la traducción de un dolor inexpresable. Lo sentí, punzantemente gris. Por suerte ya le han nacido algunos colorcitos.

domingo, 14 de agosto de 2011

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

                                               
                                               Julio Cortázar

lunes, 8 de agosto de 2011

A la izquierda del roble.- Mario Benedetti



No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fan ticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.

Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

martes, 26 de julio de 2011

Do not stand at my grave and weep
I am not there. I do not sleep.
I am a thousand winds that blow.
I am the diamond glints on snow.
I am the sunlight on ripened grain.
I am the gentle autumn rain.
When you awaken in the morning's hush
I am the swift uplifting rush.
Of quiet birds in circled flight.
I am the soft stars that shine at night.
Do not stand at my grave and cry;
I am not there. I did not die.
-Mary Elizabeth Frye

martes, 14 de junio de 2011

Si me voy antes que vos (clip) :: Jaime Roos



"Si me voy antes que vos, si es así que está dispuesto, quiero que tus noticias hablen de aire y del sol"

sábado, 4 de junio de 2011

Árbol de la esperanza, mantente firme



Arrastro por gusto las heridas
hachada cabeza
piedra del desierto
interior de humo

Y tú, Frida
te adornas con ellas

bella espalda sangrante
rostro
anatomía entuerta

La diosa se hizo muerte
y me encontró de discípula
en un sueño donde otra amada
                               mujer
                               me degollaba

donde el único Sol se iba
con ojos de pescado
y no volvía nunca
nunca volvía
nunca volvía

por el túnel me hago muchas veces
bruja o cenizas
rito o árbol de invierno
      



viernes, 25 de marzo de 2011


órgano del universo
 centro de la memoria

sábado, 26 de febrero de 2011




¿Dónde estás?

.

El amor a través de Rojas Guardia



   En las páginas finales de El calidoscopio de Hermes, Armando Rojas Guardia dedica lo que él titula “Pequeña serenata amorosa” a la reflexión sobre el amor hacia su compañero, así como hacia su propia homosexualidad y homoerotismo –que no es igual-. El segundo texto breve que compone este ensayo más amplio, comienza con una frase que despierta un sensible y sosegado interés –quizá hasta una curiosidad- por seguir leyendo:

Junto a él percibo con exactitud por qué soy homosexual


   Esa frase inicial me causó impresión, agradable impresión, me parece que por el hecho de nunca haber comprendido realmente lo que me puede atraer y ligar a otro por medio de su sexo –sexo como biología, pero también como esencia, como maneras de despliegue afectivo de una persona y de mí misma frente a ésta-. Nunca he ahondado demasiado en esa reflexión, ¿qué es lo que hay de hombre en el hombre y de mujer en la mujer como energía amorosa? ¿cuáles son sus formas de ternura? ¿qué hay en un sexo que encierra tantas cosas además del sexo?

   Lo cierto es que, un par de párrafos más adelante en la lectura, encontré algo que se presentó para mí, si no como definición cabal, como parte de lo que –pienso- debería ser el amor de pareja. Dicho más claramente, Rojas Guardia puso en palabras lo que yo no sabía que deseaba del amor:

Este afecto me quiere independiente y suelto, me acoge sin esclavizarme, no me embadurna sino que me limpia, no me entierra sino que me airea, me hace ligero y al mismo tiempo compacto, me rescata de la indistinción hacia la exactitud desapegada, no tolera desfallecimientos lacrimosos pero me desea también lleno de generosidad, obsequiante.

   Y luego:

   Él me ha dicho siempre: “Somos amigos; después, amantes”. He allí una ecuación amorosa que tiene que atraerme irrevocablemente, porque toca uno de los núcleos arquetipales de mi psique: ser amante en la medida, y sólo en la medida, en que se es amigo.

   Quiero decir que, ésta manera de filiación que Rojas Guardia sólo encuentra por medio de otro hombre, esa forma de ternura que halla en su compañero, viene a representar para mí una forma de amor anhelada –en este caso dentro de mi actual heterosexualidad-; un anhelo hasta entonces inarticulado. Viene a ser iluminación a un deseo, a una búsqueda propia que se encontraba en un área de sombra no escarbada lo suficiente.

   La que se presiente por medio de estas palabras es una forma de amor en cierta medida desnaturalizada, sin que esto tenga que ver con el alegato de lo antinatural respecto a la homosexualidad que ciertas personas predican exhibiendo así su atraso –o retraso- en todo sentido (alegato que para mí viene a ser, además, sino el síntoma de una enfermedad, una falta total de comprensión hacia lo erótico y lo amoroso en general: ¿es el amor servidor de la “reproducción de la especie”?). Digo que es una forma de amor antinatural porque, al parecer, el amor es en sí mismo un deseo por poseer al otro. Ese afecto del que habla el poeta, afecto que “acoge sin esclavizar”, que “no embadurna sino que limpia”, parece una antítesis a nuestro común comportamiento amoroso, el cual, aún sin saberlo nosotros, llega a esclavizar, subyugar, coartar.

   Ser amigo antes que amante. Tal vez el otro como amante comience en el cuerpo; mientras que el otro como amigo comience en el alma. Tal vez acercarse al alma del otro sea la única manera real de llegar a su cuerpo: de ser amante.

El cumpleaños..., el libro más hermoso del mundo



   El cumpleaños de Juan Ángel quizás no sea el libro más conocido de Mario Benedetti; y Benedetti, aunque bastante conocido y reconocido, definitivamente no es el más tomado en cuenta en el ámbito académico, por los motivos que sea. En mi caso particular, los primeros acercamientos significativos a la literatura fueron por medio de este autor: por mi casa rodaban todos sus libros: mi papá, compatriota del poeta, siempre le tuvo, más que admiración, un amor casi filial que luego me transmitió. Lo que pasa es que Benedetti, en el Uruguay, es una figura que toca de manera muy íntima, tanto a jóvenes como a viejos, pero sobre todo a aquellos que todavía guardan, sin escándalo o tragedia, pequeñas o grandes cicatrices de la dictadura y de los años de exilio. Porque, creo yo, el exilio no es necesariamente geográfico: quien no se fue del país, se fue de alguna manera de sí mismo, una parte del alma fue expulsada por el miedo, en ocasiones para no volver. Aunque, claro está, siempre hay excepciones.

   Benedetti era –es- un montevideano más. Muchos le veían, cuando su esposa Luz seguía con vida, caminando por la calle con ella del brazo. O solo, tomándose un café en alguna mesa. Después de enviudar, al parecer se le vio menos.

   El cumpleaños de Juan Ángel lo encontré tarde; aunque es del año 1971, al momento de leerlo ya conocía varios libros posteriores a éste. Es una novela corta, o poema largo (está “narrada en verso”, si se permite proponerlo de esa manera), en que Osvaldo Puente, el personaje principal que luego pasará a llamarse Juan Ángel, se presenta desde que es niño hasta la adultez, siempre situándose en el día de su cumpleaños. Así, comienza cumpliendo “ocho agostos” y culmina justo a las doce, cuando comienza el día de su cumpleaños número treinta y cinco. A partir de esa primera aparición del personaje, no vivimos con él cada uno de sus cumpleaños, sino sólo algunos, en general aquéllos que marcan un tránsito “importante” o los más significativos, por ejemplo “a los once años flamantes [cuando] hay que mirar las otras/ azoteas” (24); por ejemplo a los treinta y uno cuando “la seguridad va a ser profanada/ la seguridad va a ser profanada/ la seguridad va a ser profanada” (66).

   El cumpleaños… es un libro más referente a lo humano que a lo político. Este niño ya aparece presintiendo, sin saberlo, toda una vida, donde a los primeros años asechan los posteriores, y con ellos la hostilidad del mundo: el egoísmo, el poder, la enfermedad de ser adulto y resignarse, el horror que siempre está en alguna parte; y esa “alguna parte” se acerca a veces más de la cuenta. La dictadura se da de pronto, sin mucho aviso, después de una tarde cálida de verano a la que sigue un día frío en el cual, luego de esa “calma chicha”, de ese ambiente enrarecido donde “las estatuas no tienen aspecto saludable” y “los edificios públicos están oscuros y sucios y vacíos” (66), Osvaldo se siente observado mientras, en un bar, sostiene la reunión que lo hace ingresar a la clandestinidad. Cuando llega a la casa donde recibirá su nuevo nombre, donde se encontrará con otros cuyos nombres también han sido cambiados para ejercer la silenciosa lucha, son ya las ocho y cuarenta, y el ahora “Juan Ángel” cumple treinta y tres años: sus cumpleaños se suceden en un día muy largo, o en una vida que pasa tan rápido como un día. El niño Osvaldo Puente de las siete y cincuenta de la mañana es en la noche un adulto como todos, es Juan Ángel recién bautizado, quien hace rato ha pasado a tener odios, rencores, desgana.

   Sin embargo, en los últimos momentos de la novela, cuando se encuentran cercados por la “seguridad” en esa casa, a la que ha sido seguido el último en ingresar; en esos momentos de oscuridad y tensión en que el fuego desde afuera es respondido con fuego desde adentro; justo antes de que todos comiencen a lanzarse al pozo, a escapar por las cloacas, Juan Ángel comienza a rememorar con nostalgia aquellas imágenes tempranas de su vida, pero “tan lejos de eso como de un ramillete de nomeolvides…” (101), endurecido y en medio del horror que entonces quedaba muy lejos, pero todavía con algo encendido adentro, con un remedio quizá pequeño -pero al menos con un remedio-, o con una intención del mismo que es esa lucha, ese exponer el pellejo para salvar la conciencia.

   Recuerdo que cuando leía este libro por primera vez, las imágenes del niño Osvaldo Puente me parecían hermosas y terribles, al contrastar el contexto cotidiano de la infancia y la sencillez con que éste es vivido por quien todavía no ha aprendido nuestros egoísmos, juicios y prejuicios, nuestras mil maneras del odio; al contrastar eso con la “humanidad” que lo espera, donde rápidamente se pudre la inocencia. Esa voz que enuncia el poema, aunque es en primera persona y encarna al niño, ya anticipadamente sabe lo que vendrá:



habrá paredes en abundancia para golpear mi incipiente seño

barro en cantidad suficiente para enterrar mis pies

sagrada podredumbre para inhalar mi desmayo

amplio mundo para llorar qué carajo

pero mientras tanto profesionalizo mi felicidad… (8-9)



    Al ir avanzando en mi lectura hasta el momento en que comienzan a irse de Osvaldo los últimos vestigios de la infancia –más o menos a mitad del poema-, sentía ese horror que se acercaba in crescendo, inevitable, expuesto impúdicamente en las palabras de su amigo Baldomero, cuya larga intervención me dejó emocionalmente exhausta, hasta romper a llorar en el momento cumbre, en que Osvaldo desdeña esas palabras presagiantes del mal, que todavía no le calan porque apenas lo ha entrevisto. No intento darle a esto una carga emotiva falsa, no creo ganar nada exponiendo algo que se podría ver como sensiblería; más bien aclaro que no suelo llorar ni leyendo los dramas más terribles, y menos en medio de la calle como me sucedió con El cumpleaños… Todo esto venía sólo para apuntar que en ese momento pensé que me encontraba ante el libro más hermoso del mundo, justo por presentar sin rebuscamientos nuestro lado más crudo. De manera increíble, esa voz que presentaba lo despreciable de la humanidad, lo hacía con ternura, casi en conmiseración con el horrible mundo que describía.

   Seguramente El cumpleaños de Juan Ángel no es el libro más hermoso del mundo, si es que puede haber tal fuera de una opinión personalísima; seguramente, tampoco es el más conmovedor, pero fue ambas cosas para mí, al menos en ese momento.





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