lunes, 1 de diciembre de 2008

He estado en la vida oculta de las palabras
Miro el calendario y aún es noviembre
Miro el cenicero y van varios cigarrillos
Miro el reloj y aún es la una

Noviembre es un mes infinito y desgraciado
Está lleno de pústulas, lleno de nombres
Noviembre está malditamente
Lleno de pasado.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Tengo miedo.- Pablo Neruda

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
que reflojo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!

Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.

Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.
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lunes, 20 de octubre de 2008

Lo relativo juega a Judas: sacrílego o sacrificado.
Se hace la risa llanto y las tragedias jocosas.
A veces deseamos tormentas que barran con todo; otras, preferimos el humus, las ramas podridas, la tierra fría, la vida en los restos, gusanos de humedad.
Diciendo la verdad mienten los oráculos. Tantas señales que no comprendemos. Cae el dolor entre los ojos cerrados, como un hacha ansiosa que había estado esperando el instante. Y luego, lluvia de mariposas muertas como flores de seda, como cáscaras secas.
El fango se afanga, borbotea, croa, se escaman los labios. Y hasta nos da gusto la muerte precisa; hasta saboreamos la sal de las lágrimas; nos asomamos a los espejos y tocamos su agua clara:
más allá de ellos las serpientes nadan y se muerden la cola

domingo, 5 de octubre de 2008

“El camino de Galta, polvoso y desértico, expuesto a la huella y al viento que la borra, es ese trayecto abierto a lo provisional, a la improvisación y a la pérdida, es decir, al amor. Una de las tantas avenidas del sentido, sólo que ésta no conduce a sitio alguno.”

“Un discurso simiesco que confunde sus huellas, se revuelca en ellas y sopla para borrarlo hasta agotarse en esa perpetua reinauguración de su marcha y su risa –la risa del mono: esa que no sabe de qué se ríe. Allí no hay que buscar un pensamiento continuo, disertativo y orgánico. Por el contrario, se trata de una reflexión desencadenada (el desenfreno del razonamiento), el discurrir y no el discurso. Un trabajo sobre los límites de lo pensable”.

“El camino de Galta no conoce ese recato del pensamiento que nos obliga a ser consistentes con lo que decimos. Acostumbrados a conseguir la seguridad de los espejos, a mirar el cuerpo como otra vergüenza, el camino del mono nos desagrada y confunde. Mono al fin, su impudicia no tiene límites; gozoso de exhibir su cuerpo, rasga la impecable vestidura de los signos –y el cuerpo que nos muestra no es un cuerpo de saber sino, como diría Barthes, un cuerpo de placer”.

“Allí los signos pierden su positividad para ser sólo la huella, un aquí sin dónde”


(“Críticos y amantes”. María Fernanda Palacios)