lunes, 3 de mayo de 2010

Sobre el cuerpo

Anatomía es destino

S. Freud


   Lo somático, lo corpóreo, no se opone a lo psíquico. El cuerpo es la fuente de nuestra alma, en él nos encontramos y nos reconocemos: cada palpitación, movimiento, marea del cuerpo, nos dice quiénes somos, y a partir de allí conocemos el mundo y a los demás. El cuerpo es la fuente del más profundo y misterioso sentido religioso, el origen de nuestras percepciones.

   Stanley Keleman, director del Centro de Estudios Energéticos de Berkeley, comienza su libro, Anatomía Emocional, de la siguiente manera: “La vida hace formas. Estas formas son parte de un proceso organizativo que da cuerpo a emociones, pensamientos y experiencias en una estructura. Esta estructura, a su vez, ordena los eventos de la existencia (…) La forma es impresa por los retos y tensiones de la existencia. La forma humana está marcada por el amor y la decepción”, así como respondemos al amor y desamor desde la misma experiencia que ha signado nuestro cuerpo.

   Keleman propone la existencia de “arquetipos emocionales-somáticos”, los cuales, sin representar una caracterización total e irrevocable de cada individuo y su anatomía, influyen en nuestra conciencia y crean patrones de funcionamiento del cuerpo que condicionan nuestro desenvolvimiento en el mundo. Todo tiene una estructura y organización en patrones: desde las galaxias hasta las células, y todo está interconectado, desde lo micro a lo macro, así como nuestro cuerpo es un todo y no la suma de sus partes: “cada uno de nosotros es una cadena de eventos vivos, una red organizada, un microambiente creando un macroorganismo” (Keleman). Canales, tubos, capas, sacos, órganos, movimiento de los distintos sistemas del cuerpo, surgieron de una sola célula, así como todo el universo surge de una pequeña porción de materia.

   Estamos hechos principalmente de agua, “para entender la forma humana, es esencial comprender las propiedades del agua”, dice Keleman. El agua, según la forma que tome, revela las distintas etapas de la vida, incluida la muerte: al ser embriones nuestro tejido se encuentra mucho más cercano al estado líquido; en la adultez, éste se densifica volviéndose más sólido, y cuando morimos volvemos al estado líquido para terminar siendo gases, propios de la putrefacción. El agua es lo informe que da lugar a todo, es el génesis y la muerte, como encontramos en La Biblia y la mayoría de los textos cosmogónicos. El agua es furia, tranquilidad, fluidez, estatismo, caídas, recorrido: en ella encontramos la totalidad de la vida psíquica.

   Las hormonas son también agua electrificada, unida a otras sustancias, siendo el origen de todo comportamiento animal, de cada reacción, emoción, sentimiento, reflejo. El agua disuelve, sintetiza y cataliza, rige cada proceso de nuestro cuerpo, y nuestro cuerpo es el origen de nuestra identidad. Los primeros tipos psicológicos (y somáticos), respondían a cuatro humores, a cuatro líquidos: flema, sangre, bilis negra y bilis amarilla; según el predominio de cada uno de estos en su ser, el individuo era catalogado como flemático, sanguíneo, melancólico o colérico, respectivamente. La medicina, durante siglos, se rigió por este principio.

   Existe un pensamiento del organismo y una memoria ancestral del cuerpo. Nuestros antepasados se manifiestan en nuestra fisonomía, o se esconden en nuestro código genético. En el cerebro existen capas que revelan distintas etapas de nuestra evolución: compartimos una, la más inferior, con el resto de las especies: esta capa proviene de nuestros primeros pasos fuera del agua, es un cerebro anfibio, de sangre fría, donde residen nuestras necesidades más básicas; luego encontramos al mamífero de sangre cálida, con emociones e instintos filiales; en las capas externas o córtex están grabados los aspectos culturales, la manifestación de símbolos, el uso de herramientas. El cerebro, así como el corazón, tiene un ritmo, un patrón de expansión y contracción: se inhibe ante el miedo, el terror y el shock, se vuelve hiperactivo ante la rabia, se encoje ante la tristeza, se endurece ante el desafío, suaviza y armoniza su movimiento ante el amor y la excitación sexual. Y así como reacciona el cerebro lo hacen los músculos, el bombear de la sangre, la respiración.

   Desde que estamos en el vientre, nuestro cuerpo crea defensas o barreras ante lo que resulta amenazante: aún cuando el tejido del feto sea suave, cercano al estado líquido, reacciona ante la falta de soporte (por ejemplo, si la madre tiene cierta edad o sufre de problemas en los huesos) haciéndose más denso. Igualmente, los bebés que no son sostenidos en brazos lo suficiente, reaccionan con rigidez, convirtiéndose esto en un patrón que lo acompaña hasta la edad adulta y define la imagen que el individuo tiene de sí mismo, así como su manera de relacionarse. Al caminar erectos, exponemos nuestras zonas vulnerables, nos enfrentamos al mundo.

   Los traumas, su duración e intensidad, alteran esta postura y la forma que asumimos. Keleman propone cuatro tipologías básicas somáticas, que no implican patologías, sino manifestaciones de cada historia emocional. A continuación describimos brevemente las causas de tales formas somáticas:

   Individuo rígido: familias que inhiben el sentimiento, hacen al niño demandante y agresivo. Falta de ternura.

   Individuos densos: traición, humillación, duda, falta de independencia.

   Individuos hinchados: manipulación, falta de espacio personal.

   Individuos colapsados: abandono, indiferencia.

   Estos tipos pueden encontrarse combinados en un mismo individuo, correspondiendo uno al exterior y otro al interior, variando en músculos u órganos, o en las partes superior e inferior del cuerpo. Estas tipologías pueden corresponder a una reacción pasajera frente a un trauma específico (los músculos se vuelven rígidos ante el miedo, densos ante el desafío, hinchados por falso orgullo o colapsados ante la falta de apoyo); o convertirse en un patrón permanente de nuestro organismo.

   “La anatomía emocional contiene misterios ancestrales, presenta retos y placeres, así como una pista del futuro”, indica Keleman. Esto nos hace preguntarnos si en alguna medida es posible que nuestras experiencias emocionales, al ser capaces de influir en nuestro organismo, condicionen la forma somática de nuestros hijos, si la arquitectura somática de las emociones puede alterar la genética. Siendo así, nuestra experiencia emocional influiría en las vidas futuras.

   En la tragedia, el destino está signado por culpas pasadas, incluso ancestrales, que el individuo debe expiar en nombre de sus antepasados; al igual que es destino la anatomía, la tragedia es un destino irrevocable para quien se encuentra con ella: pero, ¿hasta dónde es esa verdad espiritual una verdad biológica? Si heredamos lo orgánico, heredamos asimismo lo emocional: cierto patrón psíquico que signa nuestro recorrido en el mundo.

   Nuestro cuerpo guarda un misterio inconmensurable, somos portadores de lo desconocido, o mejor dicho, somos lo desconocido, lo extraño que sin embargo revela quiénes somos:

Formas
nada revueltas escapan infalibles de aires
recogen
el polvo que toca a todos
sin permitirse
otro lenguaje
            Y más acá de transcurrir
            vuelan estos espacios
            recorren posibilidades
            trastocan sobrevivencias
            segmentos de cuerpos
                                  esparcidos
                                  desde antes
            Formas
conciencia de formas
ahora siempre adoloridas
continuamente incontinuas
atadas a la divagación
           verificadas
           en el misterio

(Formas en el sueño figuran infinitos, Hanni Ossott)

Cristina Gálvez Martos
 
 
.-.-.
 
 

4 comentarios:

Joalfred dijo...

Freud, que gran persona... Ciertamente el cuerpo llega ser como el ojo que es el espejo del alma... Me parece bastante logico sus argumentos pues lo que somos por fuera es lo que somos por dentro; pero pocos son capaces de leer el idioma corporal.!

Saludos!

juan dijo...

Qué maravilla de blog Cristina!, lo he entrado por casualidad, por intereses de ciencia, pero ahora con tu permiso voy a hacerme seguidor. Los poemas y los textos son geniales, y también este video. A ver si me dices cómo puedo encontrarlo en youtube para colgarlo en mi blog.

Gracias, saludos, y feliz día!!

Cristina Gálvez Martos dijo...

Muchas gracias Juan, qué alegría que te haya gustado. Estuve por el tuyo y me hice seguidora también.
El video lo conseguí buscando cosas de Carl Sagan, pero es más fácil si pones en youtube "Simphony of science", te saldrá éste y varios de ese tipo, todos muy muy buenos.
Saluditos!

juan dijo...

Gracias de nuevo Cristina, por hacerte seguidora de mi especie de blog y por tus indicaciones de Carl Sagan. En cuanto pueda veré esos videos. Justo estos días estoy releyendo un libro de Sagan "el mundo y sus demonios", como siempre enriquecedor.
estamos en contacto

un saludo