Hora
de pájaros
me
encontraron otra vez los pájaros
con
los ojos abiertos
esos
alegres enajenados
chirriando
después de la ventana
no
sé qué celebran a esta hora
estarán
encontrando gusanos
que
llevan moribundos en el pico
-progenie
de pequeños criminales-
se
va preparando el día
dorándose
como una torta
ojalá
estuviese siempre así de crudo
de
real, despeinado y con lagañas
sin
haberse inaugurado las palabras
las
cortesías las moscas
los
medios de transporte
ojalá
fuese siempre hora de pájaros
esos
absurdos que no van al trabajo
esos
seres limítrofes del día
displicentes
con los trasnochados
Lugar
de los pájaros
me llama el corazón del pájaro
las historias del viento son delgadas como un
cabello
tan largo que traspasa el cielo
ahí donde no puede ya ser más azul
me conformo con ser cuervo
si la pureza es negra en su túnica mojada
en el mínimo universo de su ojo
puede acaso una mujer convertirse en pájaros
deshacerse en bandada sonora
qué pasa si sus ropas eran sueltas como el fuego
será entonces colibríes la mujer
será puro grito
vendrá la lluvia levantando ventanas muy alto
regando la sequía de la lengua
que entonces hablará de árboles
voy al lugar donde laten
donde fulgen y ensombrecen
donde mana el habla de los pájaros
Superficie de las aguas
Babosa como alga, finísima película que
hace flotar las cosas. Secreción de las flores. Allá abajo el vientre de
animales curiosos, espejismos que resbalan entre lodo, luz y sombra.
Opacidad que inunda, qué hay sino
opacidad. Quizá me lave junto a otros guijarros (frotándonos todos, canción de
criaturas lisas y oscuras) y quedemos frescos, retozando cerca de tu entrada.
Quizá quede hundida en la transparencia. O suave, sostenida sobre tu velo.
Y allá abajo un vientre donde cerrar la
boca para siempre y mirar, mirar, como los ahogados pálidos que vienen a la
orilla algunos días: enloquecer como esas cabezas nacaradas que sólo sirven
para llevarte en los ojos.
Las
primeras criaturas
las primeras criaturas vinieron del agua con ojos
grandes
aún verdeazules
palmípedas y blandas
con lenguas rosadas de recién nacidos
temibles
balbucearon sus primeros rugidos
todavía húmedos
dejaron la orilla
les
creció pelo
extremidades
odio
se hubiesen quedado acurrucados
sus cuerpos esféricos
guardando la inocencia del mundo
-.-